La historia que os voy a contar empezó una fría y lluviosa tarde, 14 de septiembre 1580, en casa de un hidalgo, cuyo nombre fue conocido en toda la provincia de Madrid, donde vivía con su esposa.
Pedro Gómez de Quevedo fue un personaje muy importante - primero secretario de la Reina Ana de Austria, después Escribano de Cámara de los Reyes. Allí conoció a María de Santibañez, una mujer hermosa que tenia cara de ángel y unos ojos azules que con una mirada consiguieron enamorar a Pedro. María lo correspondía asi que sin perder más tiempo decidieron casarse.
tuvo de verme vergüenza..."
Aquella tarde llovía sin parar, y junto con el sonido de las gotas de lluvia, que caían en los cristales se oían los gritos y suspiros de María, que en este momento con todas sus fuerzas continuaba el papel de la madre, que a nadie más que a sus hijos quiere en el mundo. Las lágrimas, que se deslizaban por sus mejillas eran las de alegría. Sólo existe una cosa capaz de recompensarle a una mujer todo el dolor de ser madre y es el llanto de su niño recién nacido.
Me llamo Francisco y yo soy el niño, que aquella lluviosa tarde le di tanta alegría a mi madre. Éste es mi diario y aqui quiero contaros toda mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario