domingo, 28 de febrero de 2010

El primer día

Ese día lo voy a recordar toda mi vida. Llegué a la Universidad con un pequeño retraso y me dirigí hacia la puerta del aula, donde ya había empezado la clase del hebreo. Iba corriendo para entrar lo más pronto posible y... fue entonces cuando la vi... Estaba sentada en el suelo; su pelo rubio, recogido en una trenza se le deslizaba por la espalda hasta perderse entre los volantes de la falda que tenía puesta. Permanecí inmóvil, observándola y en el fondo convenciéndome a mí mismo de que no valía la pena darme prisa. Me quedé allí, impresionado por la hermosura de la mujer: boquiabierto e incapaz de hacer un paso hacia ella.


Mis primeros pasos en la Univesidad

¡Por fin me inscribí en la Facultad de Artes y Filosofía en la Universidad de Alcalá de Henares! Ahora puedo empezar a estudiar diversas lenguas, que allí en el colegio no era posible, porque solo enseñaban latín, griego y francés. Creo que voy a elegir todos los que sean posibles, ¡hasta el hebreo! Solo tengo que informarme si las clases no van a estar en contradicción, porque además de idiomas voy a estudiar filosofía, dialéctica, lógica, física y muchas más así que es muy probable que algunas empiecen a la misma hora...Y no quiero resignar de ninguna de las asignaturas que he elegido. Me temo que voy a tener muy poco tiempo libre, pero no me importa mientras llevo conmigo un trozo de papel y un simple lápiz, guardados en un bolsillo y preparados para usarlos en cualquier momento, cuando llegue la inspiración... Eso es lo que más me gusta hacer. ¡Escribir!

miércoles, 3 de febrero de 2010

¡A estudiar!


Empecé mis estudios en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, donde se educó la mayoría de la nobleza, pues era el colegio con más prestigio.
Desde los primeros días que pasé allí pude observar cómo funciona el mundo de la sociedad alta. En realidad no fue el rey el que mandaba en el país, ni el director el que mandaba en el colegio... Todo lo dominó el maldito dinero...
Poco a poco me iba acostumbrando a la presencia de unos medio tontos en mi clase que ni eran capaz de aprender una simple frase en latín o griego. Andaban por todo el colegio con caras llenas de orgullo y vestidos en la mejor ropa siguiendo la moda francesa y creyéndose los más poderosos. No quería tener nada que ver con esos imbéciles, pero era bastante difícil, ya que todos procedíamos de familias nobles y en aquellos tiempos eso fue lo que más importaba. Me daba rabia que me consideraran uno de ellos y en poco tiempo empecé a pasar de largo al encontrarme con alguno.