miércoles, 3 de febrero de 2010

¡A estudiar!


Empecé mis estudios en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, donde se educó la mayoría de la nobleza, pues era el colegio con más prestigio.
Desde los primeros días que pasé allí pude observar cómo funciona el mundo de la sociedad alta. En realidad no fue el rey el que mandaba en el país, ni el director el que mandaba en el colegio... Todo lo dominó el maldito dinero...
Poco a poco me iba acostumbrando a la presencia de unos medio tontos en mi clase que ni eran capaz de aprender una simple frase en latín o griego. Andaban por todo el colegio con caras llenas de orgullo y vestidos en la mejor ropa siguiendo la moda francesa y creyéndose los más poderosos. No quería tener nada que ver con esos imbéciles, pero era bastante difícil, ya que todos procedíamos de familias nobles y en aquellos tiempos eso fue lo que más importaba. Me daba rabia que me consideraran uno de ellos y en poco tiempo empecé a pasar de largo al encontrarme con alguno.

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