Me quedé parado viéndola marcharse. Ya no pude hacer nada. Cuando el último trozo de su cabello desapareció por la esquina dejando en el aire el olor de jazmín, me di cuenta de que perdí el primer día de clases...
Después de volver a casa ya no fui capaz de hacer nada. Se me quitaron ganas de comer, e incluso de escribir.¡Qué tonto fui! Si la hubiera hablado, quizás ahora estaríamos cenando juntos, con la luz de las velas, un buen vino y hasta un poco de poesía... Le recitaría algún poema, así de momento, que teniendo una musa como ella seguro que me llegaría la inspiración. Pero ¿qué más da pensar ahora en eso? Lo mejor que puedo hacer es no repetir ese error cuando la vuelva a ver. Que ya no es que solo he perdido las clases... He perdido la razón... ¡Me he vuelto loco! Loco por ella...
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