Era el hombre más feliz del mundo. Nada se podía comparar con lo que sentía en aquel momento. El fuego que corría por mis venas, el alma que ardía del amor... Cecilia me confesó que su corazón, desde que nos encontramos por primera vez, cambió de ritmo, empezó a latir más rápido, latir sólo por mi. No me puedo perdonar que, sintiendo lo mismo desde el primer momento, estando cada día tan cerca, perdimos tanto tiempo.
Y ahora....me arrepiento mucho más...
Cecilia me confesó también lo que me había ocultado el día que la vi correr con los ojos llenos de lágrimas, y lo que me ocultaba todo ese tiempo. Me explicó que no podía dejar que yo me enterase de lo que sentía por mi, y claro, que yo me enamorase de ella porque no quería hacerme sufrir. No quería que, recién enamorado, la tuviera que perder y que me quedara con una gran herida y un vacío en mi alma.
Cecilia está enferma... Me dijo que era una enfermedad desconocida, que nadie sabía decirle lo que le pasaba. Lo que estaba claro era que esa enfermedad poco a poco la iba matando... Yo me quedé de piedra cuando me lo contó. Sentí que mi mundo se derrumbaba. No sabía qué decir, ni cómo actuar. Lo que se me ocurrió fue abrazarla muy fuerte para que mis sentimientos se le transmitieran sin palabras.
...Y sabes
que eres la princesa
de mis sueños encantados...
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